Mi primer novio, novio, con el que me fui a vivir, me enseñó
muchas cosas. Lo que era una agenda. Hacer la lista de la compra. Llevar un
cuaderno con la economía. Sacarme el carnet de coche, porque yo ya con el de
moto era una mujer plenamente feliz, pero me dijo que con el de coche sería
plenamente feliz y encima tendría más posibilidades de trabajo.
El caso, es que en su infinita sabiduría y experiencia, un
día colgó una pizarrita Velleda en la cocina y me dijo que apuntase todo lo
que fuese necesitando. Yo de verdad ahora que me leo no sé qué tipo de vida
salvaje y encaminada a la perdición llevaba antes de conocerle.
Así que según me inspiraba iba apuntando las necesidades en
la pizarra. Un día llegó a casa y vio mis anotaciones.
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Desayuno
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Patatas
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Tampax
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100.000 pesetas
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Naranjas de zumo
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Mistol
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Suavizante suave
(Ilustración: VidaFrida)
(Ilustración: VidaFrida)
Mi primer (y último) novio, novio, con el que me fui a vivir, era un psicópata de la limpieza. Pusimos unos 2m² de pizarra en la cocina para apuntar todo lo que nos hacía falta, en los que dejé de escribir porque al borrar lo escrito nunca quedaba lo suficientemente limpio.
ResponderEliminarTal vez pensó que no necesitaba nada y por eso se fue.
jajajajaajajajajaja qué grande, señorita. Carcajada al viento que he soltado. Me ha encantado.
ResponderEliminarTengo todo un surtido de anécdotas impagables :)
ResponderEliminarRecuérdame que te cuente algunas si nos vemos.
La velada resulta de lo más apetecible. Que sea pronto.
ResponderEliminarAl hilo de tu último post te diré que el sujeto en cuestión se llamaba (y se llama) Pepe, así que ojito con quedarte sola en un vagón de metro con él, que te pone a limpiarlo!
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