Hawaianas para las visitas.
El momento de felicidad absoluta que experimentas
al descubrir que existen lucecitas a pilas es grandioso. Aún no las he
localizado, pero sé que existen, al menos en la novela que estoy leyendo
que transcurre en Islandia, existen. Y lo primero que pensé es, si en
Islandia las tienen, en los Chinos seguro que también. Y fui a dar con
una china que no sabía asegurarme si la macetica que estaba adquiriendo
era hierbabuena o lechuga y no conocía la existencia de lucecitas a
pilas. Estaba de buen humor así que me llevé la macetita junto a una
buena bolsa de tierra, porque en mi mente imaginé que la hierbabuena iba
a reproducirse a una velocidad supersónica y en nada iba a tener que
llenar macetas y macetas de hierbabuena por todo el patio. De momento se
la ve contenta, lo de la reproducción supersónica está por ver. Aún
tengo fe.
Con el asunto de las lucecitas a pilas sigo
teniendo fe, confío que en Majadahonda tengan. O en algún otro Chino del
centro, lo bueno de esta ciudad es que hay más Chinos que Starbucks,
cada negocio experimenta con sus géneros como le da la gana y puedes
encontrar cualquier cosa. Mi tapa de wáter acolchada no tiene igual, la
encontré en el de la de la hierbabuena. Una vez que pruebas algo así ya
no lo cambias, y eso que fue sorpresa total, la compré, la instalé y al
sentarme, fue una caída blandita al trono, incomparable.
Creo que se puede decir ya, que soy feliz con
inventos curiosos y totalmente inútiles, como mis moldes para hacer
huevos duros con formas de animales. ¿Cómo irse de Tokio sin llevarte
unos moldes para hacer huevos duros con formas?
Ahora ambiciono mis lucecitas a pilas para el
patio. Y mi mantel de hawaianas para las visitas.
No sé como he podido
vivir hasta ahora sin lucecitas en el patio.