A la mañana siguiente se repitió un mensaje similar.
Recuerdo los cuatros días que me despertaron esos mensajes
de texto, me estiraba entre las almohadas con una enorme sonrisa.
Al final de aquella semana me llamó “desconocido”.
Al agradecerle nuevamente su amorcito mañanero le dije que
era “desconocida”.
Dejó de desearme los buenos días.
(Ilustración: Ulía)
(Ilustración: Ulía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario