Una mañana estando aún en la cama recibí un sms. En él alguien me deseaba un precioso día lleno de amor. A mi tanto amor de buena mañana me sienta fenomenal, respondí agradecida informándole del error de número pero encantada del amor tempranero.
A la mañana siguiente se repitió un mensaje similar.
Recuerdo los cuatros días que me despertaron esos mensajes de texto, me estiraba entre las almohadas con una enorme sonrisa.
Al final de aquella semana me llamó “desconocido”.
Al agradecerle nuevamente su amorcito mañanero le dije que era “desconocida”.
Dejó de desearme los buenos días.

(Ilustración: Ulía)

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